El campo, de 18 hoyos, se extiende sobre más de 60 Ha. de una finca originaria cuya superficie llegó a ser de más de un millón de metros cuadrados, cuando formaba parte de una serie de cotos de caza y reales sitios a ambos lados de la Sierra de Guadarrama.

El proyecto de la Casa Club, respeta la traza original, pero lo hace sin merma de un programa muy preciso de usos, que incluye todas las actividades del jugador desde su llegada al edificio con el recorrido por las diferentes dependencias; la solicitud de uso del campo, (green-fee), los vestuarios, el cuarto de palos, el control de salida al campo, (caddie-master). Igualmente la Casa Club debe recibir al jugador a su regreso del campo, pensando en una disposición de las circulaciones en sentido inverso y también alternativo, pues ha de permitir la llegada rápida al resto de dependencias donde se concentran las otras actividades que ofrece el programa de usos, tales como zonas de agua, fisioterapia y musculación, vestuarios y duchas, áreas de descanso y ocio con salones y cafetería, el restaurante, etc.

El edificio se construye sobre las ruinas, -apenas unos muros en pie y una torre-, de una edificación de carácter campero formado por pabellones en torno a un gran patio. La inspiración del lugar y la conservación de los elementos arquitectónicos y tipológicos que se rescatan marcan, en la idea del proyecto, unas pautas preliminares a las cuales nunca se renuncia. Es un ejercicio proyectual en deuda con la memoria, que condiciona de antemano la forma de hacer, pero que evoca un pasado de historia y leyenda cuyo desenlace debe ser un proyecto adecuado a un entorno sostenible.