Uno de los aspectos importantes a resolver fue contribuir al dinamismo urbano de la nueva centralidad, con la mixticidad de usos programada en la parcela, propósito nada fácil en este proyecto, dado el desnivel del terreno y su acceso poco evidente a través del parque, lo que limitaba la relación morfológica con las piezas ya edificadas en el área de ordenación.

El proyecto propone la recuperación de las antiguas taquillas del club hípico, ahora integradas en la zona verde, como entrada a la instalación dando acceso al chalé social, construcciones de aire “casticista” atribuidas al arquitecto madrileño Luis Gutierrez Soto es inauguradas en 1946. Desde esta entrada se accederá a todas las dependencias del nuevo centro deportivo a través de un gran atrio de recepción. También desde el aparcamiento bajo rasante, una escalera y un ascensor desembarcan en esta superficie que abre su vista hacia el oeste donde se hallan las piscinas de verano y el río.

El edificio deportivo es un volumen de planta rectangular de 28 x 50 metros. Un espacio diáfano en la planta baja alberga los usos de recepción-oficina, cafetería-restaurante, así como las “islas de espera” donde se crean ambientes para área de lectura, área de relax con chimenea, sitio WI-FI, etc. Desde el restaurante está prevista una salida a la amplia terraza exterior situada en el lado oeste que conecta con al área de césped donde están las piscinas de verano en un nivel inferior. En los pisos superiores se sitúan el gimnasio, las salas de actividad y el solariúm.

El control de acceso al edificio central se hace a través de una escalera en espiral, verdadera protagonista del espacio que ordena.